Existen muchas razones por las cuales sumergirse en agua fría se ha convertido en nuestro ritual diario. A continuación, hemos filtrado las que consideramos son las seis principales razones y hablaremos sobre la ciencia detrás de cada una de ellas.
¿Buscas esa sensación vibrante de energía? Sumergirte en agua fría puede proporcionarte justo eso. JC, nuestro cofundador, comparte su experiencia: “La energía que obtengo de la inmersión es vital. Despierto cansado muchas mañanas, pero después de sumergirme, experimento un impulso significativo”. La ciencia respalda esto: la norepinefrina aumenta hasta 5 veces en quienes se sumergen regularmente. ¡Así es como el agua fría nos revitaliza!
La mente domina el cuerpo. Al enfrentar conscientemente el estrés, expandimos nuestra zona de confort y fortalecemos nuestro sistema inmunológico. Las inmersiones fomentan la resiliencia mental y emocional, creando una base más fuerte para una vida saludable.
Después de salir del agua fría, muchas personas sienten una conexión profunda con su cuerpo. Este bienestar se debe al aumento del flujo sanguíneo y la reducción de la inflamación. El frío impulsa la sangre hacia órganos vitales y reduce la inflamación, un impulsor clave del envejecimiento.
La disciplina crea hábitos poderosos que impulsan nuestro éxito. Enfrentar desafíos nos hace más adaptables y nos ayuda a dominar nuevas habilidades.
Sumergirse en agua fría libera endorfinas, mejorando el estado de ánimo y reduciendo la depresión. JC destaca: “Es un cambio mental enorme. Me siento más feliz después de sumergirme”.
Al enfrentar el estrés del frío, aprendemos a controlar nuestra respuesta al estrés diario. El frío estimula el nervio vago, equilibrando la respuesta de lucha o huida y promoviendo el descanso y la digestión. Esta práctica se refleja en una mejor calidad de sueño.
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